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Women in business

Grant Thornton

s_wib2019_isabel_perea.pngIsabel Perea Gaviria, socia de Grant Thornton España, afirma que entender el valor de la suma y abrazar la diferencia en un equipo ayudará a las empresas a ganar la batalla por el talento.

 

 

 

 

En su firma, ¿cuáles son las ventajas de contar con equipos que muestren una mayor diversidad de género?

La diversidad es un imperativo de negocio. Los equipos diversos aportan una mayor amplitud de miras y una visión diferente en el proceso de análisis y toma de decisiones.
Recordemos que las percepciones de riesgos y oportunidades por hombres y mujeres son diferentes, tal y como se puso de manifiesto en nuestro estudio de 2017.
Asimismo, una cultura empresarial orientada a alcanzar la diversidad de género en todos los niveles incrementa su capacidad de atracción del mejor talento, lo cual probablemente sea uno de los grandes desafíos actuales. Las mejores organizaciones son las que cuentan con el mejor talento.

¿Cómo pueden las empresas establecer una conexión clara entre la diversidad y sus objetivos de negocio?

Para alcanzar los objetivos estratégicos necesitamos disponer de los mejores equipos. Desperdiciar el 50% del talento supone una pérdida en términos de valor. No tiene sentido que las empresas estén dispuestas a renunciar a personas con talento porque las organizaciones no son capaces de adaptarse culturalmente a las necesidades y demandas de la sociedad. No se trata solo de lo que necesitan las mujeres, se trata de lo que la sociedad demanda. Por otra parte, sería interesante que en los objetivos empresariales no solo se incluyeran temas económicos, sino que también hubiera un objetivo de “diversidad”, de manera que fuese fácilmente cuantificable para la evaluación de directivos y directivas.
¿Qué cree usted que impide la progresión de la mujer hacia los puestos de alta dirección?
El sacrificio, las renuncias personales e incluso el hecho de poder sentirse juzgadas por haber decidido desarrollar su carrera profesional. Unido al hecho de saber que no sean valoradas igual que sus colegas hombres, lo que se traduce en diferencias constante de brecha salarial. Muchas mujeres se cansan de tener que ir corriendo a todas partes con el sentimiento de no hacer nada bien. Además, los estereotipos de género y la propia educación siguen jugando un papel decisivo a la hora de configurar los pensamientos establecidos.
¿Cómo se pueden abrir vías para el desarrollo profesional y la progresión de un mayor número de mujeres?
La cultura de la empresa debe estar orientada a alcanzar la equidad de manera que facilite y garantice la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Indudablemente, esta cultura ha de basarse en la meritocracia y en el trabajo por objetivos, desterrando aspectos del pasado, como es el presentismo.
Afortunadamente la tecnología desempeña un papel clave y facilita la flexibilidad. La cultura debe ser inclusiva y además de existir ha de ser evidente, comunicarse y visualizarse, para que cale en todas las capas de la organización. Y, por otro lado, las mujeres tenemos que empoderarnos, perder el miedo y decir lo que queremos. No podemos quedarnos sentadas y pretender que las promociones vengan solas.

 

En su opinión, ¿cómo es una cultura empresarial inclusiva?
Una cultura inclusiva es fácilmente reconocible porque permite el libre desarrollo de todos los profesionales que forman parte de una organización y que pone en valor sus diferencias y aporte individual de cada uno de ellos al proyecto. Las culturas inclusivas, en la actualidad, no buscan una suma de individuos homogéneos, sino que creen en el valor de la suma y de la diferencia, creando estructuras empresariales y políticas de promoción que apuesten por dar cabida a todas las visiones.