Rebeca Minguela, Fundadora y CEO de Clarity AI

“A veces, en mi carrera, ha parecido que estaba cumpliendo una cuota, como si no me hubiera ganado mi lugar”

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Para Rebeca Minguela (Cuéllar, 1981), Fundadora y CEO de Clarity AI, el principal desafío para lograr la diversidad de género en la empresa son nuestros sesgos inconscientes y nuestra propensión a crear categorías y etiquetarlas.

"Cuando leo entrevistas en las que se habla sobre lo que se debería hacer, a menudo se menciona la necesidad de una mejor conciliación familiar para que las mujeres entren en el ámbito laboral", explica. "Y me pregunto: ¿por qué asumir que la responsabilidad de la conciliación familiar debe recaer en las mujeres?"

La fundadora de esta plataforma pionera de datos de sostenibilidad basada en IA opina que no tiene sentido seguir dividiendo todo entre hombres y mujeres; deberíamos haber superado esa perspectiva. "Creo que no está bien formar bandos, mujeres..., hombres...", dice. "Estamos hablando de que queremos la igualdad, y luego, la consecuencia máxima es que parecemos estar enfrentados."

Cuando se le pregunta sobre modelos femeninos que han podido influir en su trayectoria, Rebeca Minguela afirma que, si bien algunas personas han tenido ese papel en su vida, nunca las ha categorizado por género. "Me da igual si es un hombre o una mujer", afirma. "Me fijo en si quiero ser como esa persona, ya sea hombre o mujer."

¿Significa esto que no existen diferencias entre mujeres y hombres? Obviamente, existen. "De hecho, hay características que percibo como positivas en las mujeres, como la sensibilidad, la fragilidad y la empatía, que se han convertido en algo que no se puede decir, porque parecen características negativas ", argumenta. "Pero son diferencias que suelen cumplirse en general. Por ejemplo, si una mujer se enfrenta físicamente a un hombre, es probable que solo una de cada 100 mujeres gane al hombre."

Más allá de las diferencias, el debate sobre género plantea una pregunta más general: ¿qué es la diversidad? "En Clarity AI, la definimos como la diversidad en las formas de pensar y trabajar", explica Rebeca Minguela. "Obviamente, dentro de los valores y la cultura de la empresa."

¿Cómo se mide esto? "Nos enfocamos en aspectos culturales y en comportamientos", dice. "Tenemos métricas de mujeres y hombres, así como de nacionalidades, ya que son las que se suelen publicar más comúnmente. Sin embargo, nuestro objetivo principal no es medir la diversidad de esta manera. Intentamos fomentar que los equipos de la empresa sean diversos en perfiles, pero no necesariamente en función del género."

Pero esta manera de enfocar las cosas sigue siendo excepcional. "Cuando iniciamos la empresa en 2017, nuestro objetivo era medir los aspectos de sostenibilidad de la manera más objetiva posible: cuantitativa, matemática, científica", recuerda Rebeca Minguela.

Con el tiempo, sin embargo, ella y su equipo observaron que, a pesar de poder medir la diversidad de manera más amplia, muchos clientes preferían quedarse con criterios más convencionales. "Quizás la gente no entiende otras formas de medir la diversidad, o a veces es contraintuitivo -comenta- o simplemente, es lo que está de moda."

También critica algunas herramientas empleadas para fomentar la diversidad de género, como las cuotas, que a veces resultan contraproducentes. "En mi caso, las cuotas me han perjudicado", explica. "Entiendo que tengan sentido en muchos casos, pero a veces, en mi carrera, ha parecido que estaba cumpliendo una cuota, como si no me hubiera ganado mi lugar."

Rebeca Minguela sostiene que la expansión del trabajo remoto está teniendo consecuencias para las mujeres en el entorno laboral, pero no necesariamente en la forma más comúnmente comentada; la de una mejor conciliación entre la vida familiar y laboral.

Advierte de que el trabajo remoto podría desfavorecer a las mujeres al contribuir a que sigan asumiendo la mayoría de las responsabilidades familiares y al disminuir el papel de las interacciones humanas en el trabajo, en las que las mujeres suelen destacar más que los hombres.

Esto no significa que las mujeres estén destinadas a verse perjudicadas. "Creo que también podemos transformar estos cambios en una ventaja", dice. En un entorno caracterizado por interacciones humanas reducidas, las mujeres, que son generalmente más sensibles y empáticas, pueden sacarle más provecho. "Me gusta ver las cosas como oportunidades, en lugar de culpar a otros o al mundo por una situación adversa."