Pepa Muñoz, propietaria y chef de El Qüenco de Pepa

“Las mujeres se frenan más y les cuesta más salir de su zona de confort, bien sea por comodidad o por miedo”

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La confianza en sí misma y la falta de miedo a la hora de emprender nuevos proyectos han sido los motores que han impulsado a Pepa Muñoz (Madrid, 1969) a convertirse en una de las cocineras más aclamadas de nuestro país. Su trayectoria laboral se empezó a forjar desde que era niña, cuando ayudaba en el bar familiar de sus padres junto a sus cinco hermanos. Años más tarde, decidió embarcarse en su propia aventura empresarial. Fue en el año 2003 cuando fundó junto a su socia Mila Nieto, El Qüenco de Pepa, el restaurante que le ha dado la fama y, también, la felicidad.

El éxito no le llegó por casualidad. Pasó por años complicados, ella y su socia sufrieron un mal arranque y tuvieron que dar un giro radical y más de un empujón para que el negocio funcionara. “He creído muchísimo en mí, en mi capacidad de trabajo y en mis habilidades para poder llevar a cabo lo que me proponga”, explica la cocinera. El trabajo incansable, el esfuerzo y ser siempre “buena persona y siempre honesta”, ayudaron a reconducir la situación del local. Hoy en día, regenta uno de los restaurantes más visitados de Madrid, es presidenta de Facyre (Federación de Cocineros y Reposteros de España) y también responsable de World Central Kitchen, la ONG del chef José Andrés.

La palabra “autoconfianza” se repite varias veces a lo largo de la entrevista con Pepa Muñoz. Para ella, este factor es clave a la hora de emprender o de ampliar horizontes. Por ello, apunta también a la necesidad de que las mujeres se quiten los miedos que actúan como frenos en su desarrollo y crecimiento profesionales. “A lo largo de mi carrera, me he encontrado con más dificultades con mis compañeras mujeres. No me refiero a enfrentamientos, sino a que las mujeres se frenan más y les cuesta más salir de su zona de confort, bien sea por comodidad o por miedo”, cuenta. A renglón seguido, admite que ella no ha dudado en meterse “en todos lados” y que ha “arriesgado mucho”. Siempre he tratado de posicionarme y de tener visibilidad. A veces me ha beneficiado y otras, no. Pero había que hacerlo así”, añade. “Hay que atreverse y arriesgarse”, recalca.

Pepa Muñoz siempre quiso hacer una cocina de producto, basada en la gastronomía española y en tomates de la huerta y de proximidad. La innovación es otra de sus señas de identidad: apostar por emprender nuevos proyectos y mantener siempre un espíritu joven y emprendedor. “Voy cumpliendo años y se nota, lo siento en las piernas, por ejemplo. Pero mi cabeza es como si todavía tuviera 30 años, como si estuviera empezando; creo que la ilusión ayuda en buena medida a esa “juventud”, afirma.

Asegura que la comunicación es otro de los ingredientes que no pueden faltar en cualquier negocio de éxito. También en la familia y en el resto de las facetas personales: “La comunicación es importantísima, tanto en el trabajo como en casa. No hablar es un freno que no te deja avanzar ni ver las cosas. Los muros no te dejan ver y las posibilidades de conflictos inútiles se multiplican”, indica.

Pero, un negocio no puede triunfar si no se cuida al equipo, opina. “El bienestar y buen clima laboral repercute en todo, también en casa y en la familia de los empleados. Lo primero es venir a trabajar feliz al restaurante y estar bien con el resto de los compañeros”, destaca.  No en vano, Pepa Muñoz presume de contar con una rotación muy baja entre su plantilla. Ella lo achaca al buen ambiente que han ido labrando, pero también a las medidas de conciliación. “Tengo la suerte de que Mila se dedica a estas cosas desde hace más de 30 años y obviamente es un valor añadido fundamental en El Qüenco de Pepa”.