Si uno acepta esas premisas (crecimiento sin inflación como escenario central y riesgos sólo a la baja), tener bonos core a largo plazo en cartera parece una buena idea: gano por carry, gano por repricing por aplanamiento en curva y tengo para hedge para cuando vienen mal dadas.
Nosotros no creemos, sin embargo, que esas premisas sean ciertas. Como siempre sucede cuando se forman burbujas (en este caso en renta fija), el mercado está dejando de lado los fundamentos para centrarse en lo aparente.
En concreto, ni el escenario central que se descuenta ahora es el más probable ni se están considerando adecuadamente todos los riesgos.
En cuanto al escenario central, hay evidencias claras en muchos países de que la capacidad ociosa se ha reducido mucho y de que el crecimiento de la demanda está superando al de la oferta. Cuando eso es así, descontar que ni los salarios ni los precios van a reaccionar nunca al alza (y pensar por tanto que los tipos de interés no tienen que subir) no parece lo más lógico.
En cuanto a los riesgos, hay uno (quizás el principal) que se está dejando totalmente de lado: el riesgo de recalentamiento económico, empezando lógicamente en EEUU.
Todavía estamos a tiempo de evitar ese recalentamiento si las condiciones financieras empiezan a endurecerse de una forma más apreciable en los próximos meses. ¿La forma de conseguirlo? Tipos a largo plazo apreciablemente más altos que los actuales.
En caso contrario, hay una probabilidad elevada de que la inflación suba claramente por encima de los objetivos de los bancos centrales, y de que éstos tengan que reaccionar subiendo tipos bastante más de lo que ahora se descuenta.
Si esto sucediera, podríamos asistir a caídas simultáneas de acciones y bonos.