Laura González-Molero, presidenta de la Asociación para el Progreso de la Dirección

“Las mujeres tenemos que aumentar nuestro nivel de ambición y rebajar el nivel de autocrítica”

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Laura González-Molero (Orense, 1965) es una de las mujeres españolas que más alto ha llegado en el mundo empresarial de la industria química y biotecnológica. Una carrera fulgurante desarrollada dentro y fuera de nuestras fronteras, que le ha llevado a ocupar puestos directivos en gigantes como Roche o Merck y a formar parte de los consejos de grandes del Ibex como Acerinox, Sabadell y Viscofan. La también presidenta de la Asociación para el Progreso de la Dirección no duda cuando es preguntada por su mayor referente femenino: “mi abuela Laura, la madre de mi madre, fue y sigue siendo mi gran modelo a seguir”.

González-Molero cuenta su historia familiar con esa sonrisa que solamente aparece al recordar esos tiempos de la infancia. Su abuela enviudó con veintisiete años, estando embarazada de su madre y con otra niña de un año a su cargo. Se encontró, así, sola, en un pequeño pueblo de Galicia, con una escasa pensión a final de mes y dos bocas que alimentar. Consiguió salir adelante repartiendo periódicos por las estaciones y, poco a poco, llegó a abrir un kiosko de prensa, y finalmente, una librería. “Un negocio que aún sigue funcionando hoy en día bajo el nombre de ‘La Viuda’”, explica Laura.

“En mi casa siempre imperó de una manera muy natural la cultura del esfuerzo. Nunca se me premió por sacar buenas notas, simplemente era mi obligación. Al igual que ayudar con tareas domésticas como pintar la valla o sacar la basura… no eran cuestiones negociables”, asegura. “Echando la vista atrás me doy cuenta de que tuve la suerte de crecer en este ambiente y creo que esto me ha hecho más decidida y con un espíritu de superación innato”, asegura. “De hecho, yo comencé mi carrera con muchas ganas y un objetivo en mente: quería comprarme un coche”, recuerda.

La situación a la que se enfrentan las mujeres hoy en día nada tiene que ver con aquella Galicia rural del siglo pasado. Pero el por qué del éxito en ambos escenarios sigue teniendo, en opinión de González Molero, un factor común: “la valentía”. “Las mujeres tenemos que aumentar nuestro nivel de ambición y de valentía.  También rebajar el nivel de autocrítica. Tenemos que entender que nuestra carrera profesional es exclusivamente nuestra y que nadie va a cuidar de ella salvo nosotras mismas. Debemos trabajar sin complejos nuestro propio posicionamiento”, afirma.

Otro punto en común que, según González-Molero, une a las mujeres que han conseguido llegar a lo más alto del mundo empresarial es la elección de su pareja. “Con quién compartes tu vida es una decisión muy importante. Tanto en los negocios, como en lo personal es clave encontrar a los partners adecuados”, remarca. “Si estás en una empresa donde no te dejan crecer, cámbiate. Si estás en un entorno que no te permite desarrollarte como profesional o como persona, muévete y búscalo. Es importante rodearse bien”.

González-Molero asegura que, si bien es cierto que en los 20 años que han pasado desde que se publicó el primer Women in Business el mundo ha cambiado mucho, la verdadera transformación la hemos vivido en los últimos cinco años. “Antes, los parámetros que regían las tomas de decisiones estaban ligados, casi exclusivamente, a aspectos económicos. Sin embargo, ahora los criterios relacionados con el medio ambiente, los aspectos sociales y de buena gobernanza han ganado mucha relevancia. Esto ha impuesto un modelo de liderazgo diferente pues ha hecho que la manera de afrontar los proyectos también lo sea”.

Sin embargo, González-Molero prefiere no hacer distinción de género al hablar de liderazgos. “Yo no creo en que haya un estilo femenino o uno masculino que sean la clave del éxito. Yo creo en un estilo de persona, que está íntimamente arraigado con sus valores y principios. Las personas que tienen éxito son auténticas y se comportan en todos los niveles de acuerdo a sus valores”. 

Apasionada de los equipos y de “rodearse de los mejores”, afirma que “el verdadero líder no tiene miedo a apoyarse en su gente, ni en hacerla crecer. El verdadero líder es inspiracional y crea una energía que mueve montañas”. También reconoce que para llegar a lo más alto es necesario trabajar mucho y muy duro, “aunque disfrutando”. No por casualidad una frase de Pablo Picasso le ha acompañado en cada uno de sus despachos: “La inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando”.